EPISODIO 4. EL CONSEJERO SABIO Y SU ESPOSA

Por Christian Betancur Botero

Andrés releyó libros, miró páginas y vídeos, siguió blogs en internet, examinó programas académicos de universidades y asociaciones, pero no encontró la respuesta que buscaba: una visión integral estratégica y efectiva del servicio. Se sentía tan angustiado, que exclamó:

¿Y qué me pueden enseñar todos esos libros si solo saben veintisiete letras?

Se sonrió de su propia broma, y luego decidió que había llegado el momento de buscar al profesor Salom (su verdadero nombre era Selomó Benavent). Era un destacado consultor de amplia experiencia, muy apreciado por las universidades, las asociaciones y las empresas de varias ciudades y países. Andrés lo había escuchado durante un seminario en su universidad el año anterior sobre el tema del Servicio de Halcón, y sus ideas y su método le gustaron mucho. Tomó el teléfono, pero dudó un momento. Sin embargo, al fin se decidió a llamarlo. Salom lo saludó con afecto, pues recordaba que Andrés había sido un destacado participante en los talleres que habían realizado. Y acordaron una cita para la semana siguiente: Salom estaba dispuesto a escucharlo y darle algunos consejos de amigo.

Antonio el jardinero y la musiquilla pegadiza

La casa de Salom estaba rodeada por jardines muy bien cuidados. Al acercarse, Andrés pudo escuchar un concierto de trinos: eran los pájaros que se llamaban e invitaban unos a otros. Le sorprendió la belleza y agilidad de un sinsonte de plumaje pardo y blanco que afanosamente bajaba al suelo en busca de pajillas para regresar a la rama elegida donde construía su nido cóncavo y profundo.

Estaba fascinado con tan febril actividad en el jardín de Salom. “Si regreso aquí, no puedo olvidar mi cámara fotográfica”, pensó, lamentándose por no haberla traído.

“Bienvenido a la Casa el Oasis”, saludaba a la entrada un gran letrero. “Un nombre bello e inspirador para este lugar tan agradable”, se dijo Andrés. 

Antonio, el jardinero, saludó a Andrés sin dejar de limpiar y abonar una jardinera donde florecían abundantes claveles rojos. Andrés le regresó el saludo mientras observaba a las ardillas que saltaban con increíble agilidad entre los árboles en busca de frutas. Mientras se alejaba, escuchó a Antonio silbando y tarareando una vieja tonadilla que le sonaba muy familiar. Era el pasodoble "Doce cascabeles lleva mi caballo...". Andrés recordó que, cuando pequeño, disfrutaba escuchando a su abuelo quien, con su potente voz de tenor bien modulada, solía cantar esta misma canción mientras cuidaba su jardín.

Fue un grato momento que lo transportó mentalmente a los aromas y el colorido de aquella vieja casa: era un mundo de evocaciones deliciosas. Trató de recordar qué palabras seguían en la cancioncilla, pero no lo logró. Sin embargo, la melodía quedó “pegada” en su cerebro.

–Es un “gusano de oído”, una de esas melodías que resuenan continuamente en nuestra mente por varios días –pensó.


Una enredadera de trompeta adornaba la pared exterior de la casa. Andrés se deleitó con la imagen de un diminuto colibrí de color verde iridiscente que volaba ágilmente entre sus flores rojas libando el néctar. Salom, le dio la bienvenida con un guiño de ojos y una amplia sonrisa. Cercano a los 60 años, sus ojos negros de mirada amable e intensa causaban impresión en quienes lo conocían. Su estatura mediana y su piel aceitunada revelaban su origen del Mediterráneo oriental, mientras el cabello blanco escaso y la barba gris bien cuidada le daban ese aspecto sabio que recordaba Andrés.

Ruth, la esposa de Salom, interrumpió su lectura en el salón y se acercó a saludarlo. De cabello lacio y ojos castaños, su mirada evocaba a sus ancestros sefardíes, revelando la dulzura sabia de quienes han logrado superar los grandes obstáculos de la vida. 

¿Qué sucedió luego? 

(La novela nos cuenta luego cómo, durante un rato Andrés recorrió la casa con Salom y Ruth, admiró sus trabajos fotográficos que mostraban bellos edificios y paisajes de diferentes países e imágenes de sus hijos y nietos. Ella lo animó a observar a los mejores pintores de la historia del arte para aprender de ellos los secretos de la fotografía. Luego Andrés conversó con Salom, quien le contó sobre sus investigaciones recientes y le habló de la cultura sefardí. Andrés se sintió conmovido, pues poco conocía de esos grupos extendidos por muchos países, especialmente del Mediterráneo, que tras cinco siglos de haber sido expulsados de España, aún conservaban con gran amor el lenguaje, las canciones y los recuerdos de sus ancestros. Luego hablaron de las fallas del servicio en CAMPIÑA FRESCA, de la importancia del servicio en la economía mundial, y de los recientes desarrollos en esta área).

Nuevos comentarios de los expertos que han revisado la novela.

La estimulante aventura de transformar su servicio al clientees una de las mejores obras de marketing: permite comprender de manera agradable y enriquecedora cómo construir una cultura de servicio con toda la organización. La novela, acompañada de una riqueza bibliográfica y de explicaciones, anécdotas y experiencias como consultor, atrapa al lector y refleja una extraordinaria formación en marketing y una sólida cultura general. Desde ya, me convierto en un divulgador de este valioso aporte de Christian Betancur.

Rafael Méndez Lozano, consultor y conferencista internacional, autor de varios libros, entre estos de “Formulación y Evaluación de Proyectos” que lleva once ediciones. 

¿Qué viene después? Durante la visita a la vieja casa El Edén, Andrés aprenderá nuevas lecciones sobre los  peligros del "servicio maquillado", incompleto y superficial

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