EPISODIO 42. TALLERES DE EMPATÍA Y COMUNICACIÓN: B. Meditaciones para la empatía
Selene les señala el origen de la palabra empatía, los invita a revivir en sus mentes situaciones de comunicación difícil con alguien cercano, y a cambiar el enfoque para mejorar la relación. ¿Qué pasa cuando debes negociar un problema de linderos con tu vecino de casa o de finca, y cómo puedes aplicar aquí la empatía?
Al avanzar el taller, Andrés les agradeció e invitó a Selene, pues sería ella quien los orientaría en el siguiente ejercicio acerca de la empatía.
Ella, aficionada a indagar por el origen de las palabras, los saludó y les mostró cómo se formaron esta y otras voces relacionadas, todas derivadas de la palabra griega πάθος (pathos, que equivale a sentimiento y también significa desde emoción o sensación hasta pasión o sufrimiento):
ü A-patía significa no sentir (como en a-fonía, an-arquía, a-trofia, a-morfo...);
ü Anti-patía, sentir contra (como en antí-doto, anti-séptico y anti-biótico);
ü Sim-patía, sentir con (como en sin-fonía, sin-cronía o sin-tonía);
ü Em-patía, sentir en (o sentir dentro, como en en-céfalo y en-ciclopedia).
–Por ejemplo, entre dos bandos que se enfrentan en una guerra hay antipatía. Mientras luchan entre sí, muchos países o regiones sienten simpatía por uno de los bandos y antipatía por su contrario. Y tal vez muchos otros se muestran apáticos: poco les importa lo que les suceda a esos. En cambio, algunas organizaciones humanitarias sienten empatía por el sufrimiento de civiles y militares y deciden auxiliarlos, aun a riesgo de la vida de sus miembros. Y si los mismos adversarios quieren llegar a un acuerdo de paz satisfactorio para ambas partes, no lo lograrán sin una verdadera empatía en cada bando, que reconozca las necesidades y los valores de su contraparte.
Luego les pidió que consideraran lo siguiente:
–Seguramente muchos de ustedes han tenido que enfrentar alguna negociación, como la compra o venta de un vehículo o de una vivienda. No siempre tenemos claridad sobre la verdadera posición negociadora y las intenciones de la otra persona, y sobre cómo encarar el proceso.
Ana Margarita reflexionaba, recordando una negociación difícil que debieron enfrentar el mes anterior ella y su esposo al comprar su vivienda.
–¿Hasta qué punto nuestra empatía nos ayuda a comprender lo que motiva o frena a esa persona? Y permítanme confesarles esto: hoy percibo en ustedes mismos, si mi empatía no se equivoca, un sentimiento encontrado de entusiasmo y deseo de ir adelante en los planes de CAMPIÑA, que al parecer se frena por un temor de llegar a fallar si no logran hacerlo bien. ¿O me equivoco?
Escuchó voces y observó gestos de asentimiento en los asistentes. Se les veía más serenos al sentirse comprendidos. Selene les recordó que ya se les estaba ofreciendo el entrenamiento necesario.
Luego le hizo esta pregunta a Ana Margarita:
–¿Con quién vives tú?
–Con mi esposo y nuestros dos hijos adolescentes.
–Bien, haremos lo siguiente –dijo, hablándole a todo el grupo: –Algunos de ustedes viven con sus cónyuges y con sus hijos. Otros con sus padres o sus hermanos. Y cualquiera que viva solo, seguramente tiene al menos parientes, amigos y colegas. Si examinas tus relaciones y tu convivencia, seguramente encontrarás momentos gratos y otros un poco más difíciles, cuando las emociones y los intereses o deseos personales de los unos chocan con los de los otros.
Bebió un poco de agua, y continuó:
–¿Cómo mejorar estas relaciones? Obviamente, no se trata de olvidar los límites y normas que los hijos necesitan para aprender a vivir con seguridad.
Luego pidió que bajaran un poco las luces del salón, e invitó a todos a cerrar sus ojos por un rato y a respirar profundamente varias veces para relajar todo el cuerpo, mientras los iba guiando en una breve meditación:
–En este estado de relajación vas a sentir y agradecer en tu mente a Dios por que te da la claridad y la energía para entender, amar y servir a esta persona con la que has tenido dificultades de comunicación... Escúchala, tratando de meterte en su piel, intentando comprender qué siente y desea, y cómo la puedes servir sin molestarla ni controlarla...
Hizo una pausa, y siguió así:
–Visualiza a esa persona: observa en tu mente con mucha atención sus gestos, su tono de voz, su postura corporal, sus palabras, sus silencios. Indaga detrás de estas señales qué es lo que te están revelando: su motivación, sus sueños y temores, qué la lleva a sentir esto.
Tras un largo silencio en el que todos permanecían relajados, visualizando su encuentro y su comunicación, Selene los invitó a mover suavemente sus pies y manos, a abrir los ojos y a percibir su entorno.
–Cuéntenme ahora: ¿cómo se sintieron?
Ana Margarita, y algunos de sus compañeros manifestaron que el ejercicio les había dado nueva luz sobre su comunicación y sobre cómo desarrollar la empatía.
Selene les agradeció y los felicitó. Caminó un momento por entre el auditorio, mirando a las personas, y siguió así:
–Mi propuesta, Ana, es que tú y todos, cada noche en la casa hagan este ejercicio, repitiendo en forma breve el compromiso, visualizándolo como si ya se estuviera cumpliendo, y revisando cómo avanzaron durante el día y qué falta para continuar creciendo. ¿Cómo amar y servir a cada persona cercana (o aun lejana)... y a cada cliente que se pone en contacto con nosotros?
–Luego te propondrás avanzar cada día en este propósito de escuchar con empatía. Y recordarás diálogos, tanto satisfactorios como difíciles con tus clientes, para tratar de aprender de ellos. Finalmente, en sus reuniones de trabajo compartirán entre todos una de estas historias y sacarán conclusiones. Les aseguro que si persisten en estos ejercicios, en pocas semanas notarán sus progresos en la empatía y la comunicación.
Ana Margarita le agradeció. Todos se comprometieron a hacer el ejercicio durante varias noches.
Y les propuso esto:
–Imaginemos que tu familia te encarga, con instrucciones firmes y drásticas, que negocies con el dueño de la finca vecina, con quien tienen un difícil pleito de linderos hace años que incluso ha causado peleas y heridas graves. Debes finalizar el litigio acordando condiciones aceptables para ambos, sin ceder demasiado. ¿Cómo te sientes ante este reto?
Selene calló por un momento. Algunos rostros mostraban preocupación. Todos reflexionaban.
–Tal vez esa situación se parece a un suceso que les voy a narrar. Pero esto lo veremos en el próximo episodio.
¿Qué sigue luego? Selene les muestra cómo la empatía logra cambiar radicalmente la historia humana. Para ello, les narra la experiencia de un prestigioso facilitador a quien la empatía le ayudó a comprender qué era lo que bloqueaba las mentes de dos adversarios que debían negociar un difícil proceso de paz para poner fin a un conflicto religioso originado hacía ocho siglos. Con esta comprensión en mente, el facilitador logró que cada uno se enfocara en la historia personal y familiar y en las aficiones y los sentimientos de su contraparte... y así llegaron a la paz.
Comentarios
Publicar un comentario